ESTUDIOS DE LA BIBLIA PARA

GRUPOS PEQUEÑOS

EL PECADO - Primera Parte


Texto: Juan 8:34

Jesús les respondió: —De cierto, de cierto os digo que todo aquel que practica el pecado,  esclavo es del pecado.

Mas…

“El pecado (dice Pablo) no se enseñoreará de vosotros” (Romanos 6:14).

En Juan 8:34, el Señor Jesucristo está dando por sentado que planificar y ejecutar el pecado como un estilo de vida nos convierte en esclavos del pecado. Es decir: toda persona que practica el pecado siempre hará lo que el pecado quiere porque su voluntad está atada, cautiva y sometida al pecado. 

La audiencia a la que Cristo dirigió este mensaje era esclava del pecado porque vivía guardando odio en el corazón contra otros, y parte de esta audiencia no solo odiaba a Jesús, sino buscaba la ocasión para destruirle. Estos hombres que querían derribar a Jesús, como se hace con una pared, vivían planificando el mal contra Jesús. Buscaban dañar su imagen y, hasta ese momento, esos deseos habían sido frustrados por la providencia.

Toda persona que se deje llevar por el pecado del corazón se convierte en una persona frustrada porque nunca podrá saciar a plenitud los antojos del corazón. El pecado es una bolsa sin fondo. El ojo del pecador no se cansa de ver, los oídos del pecador no se cansan de oír, las manos del pecador no se cansan de tocar, y los pies del pecador no se cansan de andar presuroso en el mal camino.
Aunque el pecador por dentro esté destrozado, buscará siempre vivir de apariencias, porque su corazón está cargado de vanidades, también de celos, envidias, enojo, ira y concupiscencia, y todas estas cosas le estorbarán para sentir seguridad y paz. 

El pecado tiene un poder dominador, y sus amantes son gobernados por él; todos aquellos que no han sido salvados de él están bajo su maldición, mientras que los que están bajo la gracia de Dios han escapado de su servidumbre.

Anteriormente, nosotros éramos esclavos del pecado y éramos por nuestra condición hijos de la ira de Dios, estábamos destinados al infierno como dice Pablo.

1 Corintios 6:9-11

9 ¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No os engañéis: ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los homosexuales, 10 ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios. 11 Y esto erais algunos de vosotros, pero ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús y por el Espíritu de nuestro Dios.

Si no has sido libertado del dominio y el control del pecado, refúgiate en los brazos del Salvador Jesucristo quien te desea el bien y no el mal. 

Como una manera de guiarte a esos brazos amorosos explicaremos, en primer lugar, la naturaleza del pecado. En segundo lugar, las características del pecado. En tercer lugar, el remedio del pecado. 

Creemos que, antes de hablar de la cura, debemos hablar de la enfermedad; y antes de hablar de la salvación, debemos hablar de la perdición.

Dice un himno: Estando perdido, me encontraste; siendo pobre, me escogiste; cuando nadie me miraba, me llamaste; y estando muerto, vida me diste.

No podemos medir el amor de Dios y la misericordia de Dios si no hablamos primero del estado de aquellos que son alcanzados por el amor y la misericordia de Dios.

Por eso, en primer lugar hablaremos de:

La naturaleza de pecado 

La Biblia reconoce como pecado el estado y la condición de nuestra alma, pues todos heredamos de nuestros primeros padres Adán y Eva una naturaleza pecaminosa. Esa naturaleza es la que produce todos los pecados particulares que cometemos. Esa naturaleza es la que nos atrae constantemente a lo que está prohibido por la Palabra de Dios. La naturaleza adámica que todos llevamos dentro es susceptible al mal y tiene mucha correspondencia con los pecados que se cometen en el mundo. 

Isaías 53:6
“Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros.” 

Jeremías 13:23
“¿Podrá cambiar el etíope su piel y el leopardo sus manchas? Así también, ¿podréis vosotros hacer el bien, estando habituados a hacer lo malo?”

Se ilustra el pecado como errar al blanco. El arquero o flechero es reprobado cuando falla en su intento de dar en el blanco. 

Eso es lo que nos pasa a nosotros, fallamos en el intento de hacer el bien sin Dios. Esta era la condición de Pablo antes de reconocer a Cristo, el cual nos da su poder para hacer el bien. 

Romanos 7:18-23

Dice Pablo: 

“… y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no habita el bien, porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo. 19 No hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago. 20 Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que está en mí.
21 Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí, 22 pues según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios; 23 pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros.”

Erramos al blanco cuando no podemos lograr por nuestra cuenta el propósito para el cual fuimos creados. Erramos al blanco cuando nos rebelamos contra Dios y actuamos como si fuéramos dioses.

Ir en contra de la voluntad de Dios es errar al blanco, y por consiguiente, es andar en necedad. Es como construir nuestra casa en la arena. 

¿Qué dice la Escritura?

 

  1. «EL PENSAMIENTO DEL NECIO ES PECADO» (Proverbios 24:9)  

 

El pensamiento del necio es pecado, y abominable para los hombres el escarnecedor. 

 

El Señor mira el corazón. 

 

  1.   «TODO LO QUE NO PROVIENE DE FE ES PECADO» (Romanos 14:23).  

 

La incredulidad penetra profundamente dentro de la vida del ‘yo’ que rehúsa creer en Dios para creer en las criaturas porque el incrédulo busca sólo las cosas que se ven. 

 

  1. EL PECADO ES ILEGALIDAD (1 Juan 3:4).  

 

4 Todo aquel que comete pecado, infringe también la Ley, pues el pecado es infracción de la Ley.

 

El pecado incluye la transgresión de la ley, pero abarca también el rechazo de la ley, el vivir ajeno a la voluntad de Dios. Cada torcedura en nuestra vida, pensamiento y sentimiento que no se conforma a la santa voluntad de Dios es pecado. 

 

  1. TODA INJUSTICIA ES PECADO (1 Juan 5:17) 

 

17 Toda injusticia es pecado, pero hay pecado no de muerte. 

 

No importa lo justo que pueda parecer el acto a nuestros ojos, si Dios discierne impureza en el motivo, es pecado. La ley de Dios es clara y amplia. No solo es pecado el acto pecaminoso, sino también lo son las motivaciones pecaminosas. 

 

Ya hemos visto la naturaleza del pecado; pasemos ahora a considerar: